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Un pueblito encantador entre bosques de pinos, el río Ave y el mar, Vila do Conde vivió una gran expansión como astillero durante la época de los Descubrimientos, en los siglos XV y XVI.
Orgullosa de su inestimable patrimonio arquitectónico e histórico, la ciudad todavía se ve dominado por el grandioso Convento de Santa Clara, fundado en 1318 y reconstruido en 1778.
En el interior de la iglesia gótica, permanecen las tumbas de las monjas fundadoras, junto con las de Don Afonso Sanches, hijo del rey Don Dinis, y de su esposa, Doña Teresa Martins; en uno de los claustros se encuentra una fuente que antiguamente se alimentaba mediante un imponente acueducto de cinco kilómetros de largo, del que aún se conservan algunos de los 999 arcos originales del siglo XVIII.
Una de las principales atracciones de Vila do Conde es el centro histórico, que muestra estrechas calles pavimentadas de piedra, casas bajas de los siglos XVII al XIX y monumentos como la Iglesia Matriz del siglo XVI, con un notable portal manuelino, y que ahora aloja un museo de arte sacro.
De la misma forma, resultan dignos de admiración la extraña picota, el antiguo Ayuntamiento, el Fuerte de San Juan Bautista, del siglo XVII, y la Iglesia de la Misericordia.
Igualmente delicadas son la Iglesia de San Cristóbal, en Río Mau, terminada en 1151 y declarada monumento nacional, y la Iglesia de San Francisco, en Azurara, que data de 1518.
A poca distancia, se pueden ver el puente medieval de San Miguel, en Arcos, y uno románico, sobre el río Ave, que une las parroquias de Bagunte y Macieira.
Otros sitios de interés son el
Castro de São Paio, en Labruge, con los vestigios de un poblado prerromano de pescadores, y el
Castro de Bagunte, que exhibe las ruinas de una aldea fortificada habitada entre el primer milenio AC e el siglo IV DC, asimismo clasificado como monumento nacional.
El condado es rico en bellezas naturales, en especial las excelentes playas de arena dorada frente al Océano Atlántico, como las de Mindelo, Guia y Forno.
Vila do Conde es célebre por sus
rendas de bilros (encaje de bolillos), una tradición que data del siglo XVI y permaneció vigente en la Escuela de Encaje, ubicada en un edificio que de la misma manera alberga el Museo del Encaje.
En cuanto a la gastronomía, ésta se caracteriza por abundantes mariscos y pescado fresco, dulces y pasteles tradicionales, hechos siguiendo recetas creadas por las religiosas, y el
vinho verde del lugar.
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