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El paisaje del río Mondego domina toda esta región de llanuras fecundas donde los campos de arroz se extienden hasta el horizonte, a menudo amenazados por grandes inundaciones que destruyen todo a su paso.

La atractiva e histórica ciudad de Montemor-o-Velho se levanta sobre arrozales y maizales, coronada por el almenaje del antiguo castillo del siglo XIV (antes una fortificación mora), uno de los más grandes y más bonitos de Portugal.

La Iglesia de
Santa Maria da Alcáçova se encuentra entre sus paredes; fundada en 1090 y restaurada en el siglo XV, exhibe naves y arcos en estilo manuelino.

La Iglesia de
Nossa Senhora dos Anjos y su claustro tienen una fachada del siglo XVII y un interior ricamente decorado con influencias manuelinas y renacentistas; aloja la tumba, también en estilo manuelino, del explorador Diogo de Azambuja, de quien se dice que navegó con Cristóbal Colón a lo largo de la costa africana occidental.

Montemor también fue lugar de nacimiento de Fernão Mendes Pinto (1510–83), famoso por la colorida descripción de sus viajes por el Lejano Oriente.

El simpático y antiguo pueblo de Tentúgal tiene elegantes casas de los siglos XVI y XVII, aunque esta población aparece en documentos del siglo X, y se orgulla de sus especialidades dulces: los
pastéis de Tentúgal (pasteles), las
queijadas (quesadillas) y los
suspiros (merenguitos).

Desde la Iglesia Matriz de Reveles se puede admirar un panorama deslumbrante de la zona, con sus fértiles campos y el río, un poco más abajo, en un pequeño promontorio sobre el Mondego, la Capilla de
Nossa Senhora da Saúde puede verse desde el mar, atrayendo la devoción de los pescadores.
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