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Turismo en el Espacio Rural (1) |

Habitado desde tiempos remotos, como atestiguan un gran número de ruinas prehistóricas y de pequeñas villas romanas, el municipio de Vila Flor exhibe un bonito paisaje de montaña y diminutos poblados de casas de esquisto con una atmósfera casi medieval.

Vila Flor fue llamado así, según reza la tradición, por el rey Dinis, en el siglo XIII, quién se sintió conquistado por la belleza de estas tierras fecundas y hice construir un castillo y murallas con cinco portas alrededor de la ciudad.

La agradable sede del municipio tiene una Iglesia Matriz interesante, con una fachada barroca y valiosas reliquias, y su Museo Municipal aloja diversas colecciones y una biblioteca sorprendentemente rica en raros manuscritos.

Cerca de allí, vale la pena detenerse a observar las deslumbrantes vistas que ofrece el mirador del
Santuário da Senhora da Lapa y la represa de Pereirinha, con instalaciones turísticas que incluyen un camping, piscina y un pequeño parque zoológico.

En Vilas Boas, el Santuario de Nuestra Señora de la Asunción se construyó en granito sobre un antiguo castillo prerromano, en lo alto de una colina, y brinda vistas maravillosas sobre una inmensa área.

Al norte, Trindade se enorgullece de una iglesia románica bonita y callejas pintorescas alineadas por pequeñas casas de piedra.

Vila Flor produce un aceite de oliva excelente, considerado uno de los mejores de Portugal e ingrediente esencial de la gastronomía local.
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