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Su nombre recuerda la ocupación árabe de la región («Mogadouro» proviene de «Macaduron»), y tomó la nacionalidad portuguesa en 1272. Aparte de la torre en la cima de la colina, poco queda del castillo construido allí por el Rey Dinis, entregado a los caballeros de la Orden de los Templarios en 1297.
Cerca de allí, todavía puede admirarse la picota, la Iglesia Matriz del siglo XVI (con una torre del siglo XVII e interesantes retablos dorados del siglo XVIII decorando sus altares), algunas mansiones curiosas (aunque no muy bien conservadas) y el Convento de San Francisco, que data de los siglos XVI y XVII, con pinturas notables.
Mogadouro es una aldea pequeña y soñolienta que ofrece excelentes artesanías en seda, en lino y, artículos de lana y cuero.
Desde las cumbres de la sierra de Castanheira, se puede admirar, en primavera, la maravillosa «capa» blanca de almendros en flor; también vale la pena subir hasta Penas Roias, donde se puede observar un magnífico panorama desde el viejo castillo y su torre.
En Bemposta, sede del municipio hasta 1836, el paisaje que rodea el dique sobre el río Duero siempre resulta impresionante.
No lejos de allí, el humilde pueblo de Algosinho tiene una iglesia que data del siglo XII con una curiosa característica: el acceso se hace bajando una escalera de granito; con su única nave y pilares románicos, más bien parece una cripta.
La gastronomía de Mogadouro sigue la línea suculenta de Trás-os-Montes y la
posta de vitela (un voluminoso bistec de ternera asado a la parrilla) verdaderamente se ha ganado su excelente reputación.
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