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Con su centro histórico declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Guimarães agrega este título honorífico a otro que despliega por derecho propio, el de «bierzo de la nación»; se dice que fue en su altivo y majestuoso castillo donde nació, en el siglo XII, el primer rey de Portugal, Afonso Henriques.
El casco antiguo está muy bien conservada; las calles estrechas, de aspecto medieval, bordeadas de casas viejas, embellecidas con balcones ornamentales y estatuas, conducen a la hermosa plaza de
Largo da Oliveira, la más importante de la ciudad.
El Palacio de los Duques de Bragança (del siglo XV), el magnífico Monasterio e Iglesia de
Nossa Senhora da Oliveira (con el Museo Alberto Sampaio alojado en su bonito claustro románico), el
Padrão do Salado (un santuario gótico del siglo XIV) o la elegante Iglesia de San Francisco (con sus deslumbrantes azulejos decorados del siglo XVIII) son tan sólo algunos de los muchos monumentos a admirar en esta ciudad.
A unos cinco kilómetros, el antiguo Monasterio de
Santa Marinha da Costa, del siglo XII, aloja hoy la suntuosa
Pousada de Santa Marinha da Costa, con los jardines y la capilla abiertos al público.
Citânia de Briteiros, el asentamiento de la Edad del Hierro a quince kilómetros al norte, es uno de los sitios arqueológicos más interesantes de Portugal.
Por otra parte, el municipio se caracteriza por su industria, agricultura (maíz, vino, patatas y judías), recetas de dulces celosamente guardadas y la alegría tradicional y el alborozo del Minho, evidentes en sus numerosas festividades.
Durante la primera semana de agosto, las
Festas Gualterianas, en Guimarães, son un festival de arte y trajes medievales.
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